Lo que pienso de

Los Viveros de Empresas II

No se me alarmen, que no voy a meterme con nadie. Pero que les quede claro a los coristas, tanto escritos como orales, que mi columna de la semana pasada no perseguía en absoluto molestar a nadie. De hecho pienso que tampoco es para tanto. Si en vez de haberla escrito yo lo hubiera dicho por la radio AGA, nadie se extrañaría.
O seguro que si en vez de haberla escrito le hubiera pasado el guión a mis admirados “Juanolas”, tampoco se hubiera armado tanto revuelo. Todo lo contrario: mis palabras puestas en la boca de AGA con una bandera detrás, o una gorra estanquera sobre su cabeza, seguro que les hubieran arrancado alguna sonrisa, creo. Y tengo que decirles que mi intención era precisamente provocarles, amigos y amigas lectoras, porque una escucha y lee tantos disparates a lo largo de la semana que por qué no se va a permitir el lujo de hacer también una hipérbole sobre lo que lee en los foros, escucha en la radio o ve mil veces en las dos televisiones locales. ¿Qué más da que sea yo, AGA, o Mateo Marco los que digamos disparates?

Porque ahora la toman conmigo, pero a pocos de ustedes les he visto rasgarse las vestiduras cuando se exageran las situaciones hasta llegar al absurdo. Y a lo que yo misma jugué la semana pasada fue, precisamente, a plantear situaciones absurdas que no tuvieran ni pies ni cabeza. De hecho me dije: “Rosa, si AGA y alguna más son capaces de deformar tanto la realidad hasta llegar al absurdo, por qué no lo vas a hacer tu”. Y a eso me puse. No entraba en mi cabeza darles más explicaciones sobre el tema. Si les escribo esto es porque algunas amigas me han dicho que no acaba de quedarles claro que toda mi columna formara parte de una gran ironía, satírica si cabe, sobre como transmiten algunos políticos, y también algunos periodistas, la realidad.

El Vivero de Empresas, amigas lectoras, fue simplemente una excusa, podría haberlo hecho con cualquier otro tema: con la iglesia de La Paz, o con el camino de Las Fuentes, para poner el futuro negro, para confundir los verdaderos problemas de la gente, el tema que escojas da lo mismo. Fíjense la que siguen montando con el agua, con el 11M o con el tercer instituto, que alguna todavía niega que hayan empezado las obras. No pretendía ofender a nadie en absoluto, ni siquiera me arrepiento de haber escrito lo que escribí, y por supuesto que no quepa la menor duda que ni mucho menos pretendía que se ofendieran los promotores del Vivero de Empresas, que vaya por delante me parece una iniciativa estupenda, pero si que quería llamar la atención de los que pintan todos los días un futuro negro para despistar. No les voy a pedir que vuelvan a leer la columna, sería un atrevimiento excesivo por mi parte, pero quédense tranquilos y tómense las cosas de este pueblo un poco como lo hacen los “Juanolas”: ríanse del absurdo, que la risa es salud.

Y tan absurda me puede parecer mi columna sobre el Vivero como relacionar que las sillas del pleno estuvieran atadas para coartar la libertad de los ciudadanos, como declararse claro y transparente como el agua o irse a coger agua de un embalse con una garrafa de plástico para llevarla a Bruselas. A lo mejor es que de tanto absurdo cotidiano estamos confundiendo lo que es con lo que pudiera haber sido y no es. Hasta la semana que viene.

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