Lo que pienso de

Money, money, money, money

¿Se acuerdan? ¡Qué canción aquella de Liza Minnelli! Hoy han puesto en la radio la canción y me ha cogido pensando qué les contaba yo esta semana. Material hay de sobra, basta mirar este mismo periódico en internet para darse cuenta de que estamos en tiempos revueltos, como la serie de televisión de las tardes. No, no me malinterpreten, no me refiero a que vivamos en una dictadura ni mucho menos.
Con todo, a mí lo que más intrigada me tiene es lo del agua Font Vella, que yo pensaba que era Lanjarón, pero que resulta que también es a la vez una fábrica de Danones, que piensa poner un balneario. Ya no me queda claro si el balneario lo pondrán antes de llenar las botellas o llenarán las botellas después de que la gente se haya bañado. No se extrañen con lo que les digo, que productos raros y manías hay para todos los gustos, desde crema de algas con ciruelas para combatir la celulitis, hasta las conocidas babas de caracol para rejuvenecer la piel.

Lo que sí que está claro es de quién es el pozo y quién venderá los terrenos para que se ponga el negocio. Vamos, que de las pocas cosas claras que tenemos es precisamente quién hará el negocio con el agua. A mí no me parece ni bien ni mal que se ponga el balneario, pero me creo nada lo que dicen los políticos y los regantes de que de este negocio salimos todos beneficiados. Sí, ya me han explicado más de cien veces que se genera empleo y todo eso. Pero el sábado por la tarde que salí a andar nos acercamos a ver dónde se va a poner la fábrica del agua y el balneario. No fuimos los únicos, allí había mucha más gente que, como nosotros, se enfundaron el chándal y las zapatillas para acercarse disimuladamente a ver el sitio concreto del futuro balneario. Me quedé un poco chafada, porque yo no tengo la misma imaginación que mi marido, que enseguida vio allí la fábrica y el balneario. Seguramente porque esté acostumbrada a otro tipo de balnearios, pero tengo que reconocer que todavía no me hago a la idea de cómo van a sacar de aquellas naves y aquel paraje de huerta un lugar para que la gente venga a bañarse. Lo de llenar las botellas de agua es más fácil y no lo ve nadie, pero lo del balneario no lo tengo tan claro.

Cuando volvía seguí dándole vueltas: de los cien empleos se benefician cien personas, pero en aquellas naves y en aquellos campos que se dejarán de cultivar también trabajan personas que dejarán de hacerlo; yo no he oído todavía a nadie decir qué se va a hacer con la gente que trabaja allí ahora, y si no se ha dicho será por algo. A mí me da en la nariz que como mucho a lo mejor los emplean llenando botellas de agua, entonces no serán cien empleos los que se creen, porque hay que restarles los que se irán al paro o se quedarán trabajando allí. Tampoco creo que para compensar pongan aquí la fábrica de las botellas y de los tapones, a lo sumo alguna imprenta a lo mejor tiene la suerte de imprimir las etiquetas, pero poco más.

En fin, que al final lo que ocurre siempre, estos del Money, Money, tratan de convencernos de sus buenas intenciones, cuando la verdad es que les da pudor decir que los que se van a beneficiar de verdad son los que venden el pozo y los que venderán los terrenos, que curiosamente coinciden en los mismos que están pidiendo que venga el agua de Cortes de Pallás. Por cierto, allí cerca también hay una embotelladora de agua.

La de gambas que se tienen que comer algunos para llevar un jornal a su casa.

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