Vida de perros

Qué quieren que les diga

Han pasado ya casi cinco días desde que acabamos con el sinfín de intrigas, suposiciones y apuestas que conlleva el espectáculo de la democracia. Pero tampoco, queridas personas, han sido mejores los días desde entonces hasta hoy, del mismo modo vestidos de cálculos, interpretaciones, resentimientos, penas y alegrías. Y resulta que tras todo este berenjenal, cuando al fin las voces suenan con menos intensidad, llegamos el personal del periódico a traer pasadas las uvas nuestra modesta opinión… qué quieren que les diga.
Las urnas han sido contundentes, sus razones tendrían. Aunque argumentáramos sobre campañas de imagen y demás adminículos utilizados para hacerse notar, los resultados no dejarán de ser los mismos y poco va a cambiar el hablar a toro pasado. Yo mismo espero darles la impresión de no querer hablar mucho del tema, y eso será en realidad que nos vamos entendiendo. Quizás la presente evasiva me muestre como uno de los perdedores, pero en esto de la democracia no hay vencedores ni vencidos, repito. Se puede desear, incluso con algo de mala leche, que todo sea propicio al nuevo equipo de gobierno y que sea capaz de llevar a cabo todo aquello que ha prometido. Más de lo mismo. En realidad, siendo sincero, lo que ahora me gustaría es estar felicitando a Vicenta Tortosa, aunque tan sólo fuera porque ello me llevaría a conocer el final de la historia, la finalización de todos los proyectos que han quedado en la maleta. Proyectos que en su mayoría se convertirán en trabajo perdido, en tiempo que esta ciudad ha perdido. Y restando las pérdidas nos encontramos una vez más en el mismo punto de partida que hace no sé cuántos años, situación en la que deseo con todas mis fuerzas no volver a encontrarme dentro de otros cuatro años.

El pueblo ha hablado. Las asociaciones afectadas por uno u otro motivo también lo hicieron y no cabe duda que mucho efecto ha tenido su lucha, cosa de la que me alegro con un deje amargo. Porque, qué quieren que les diga, yo no soy mucho de esto de la democracia, al menos entendida desde la lucha cruel. No soy mucho de aquello que dicta voluntades mayoritarias por bien de una comunidad dividida. ¿Quieren oírme decir que no quiero una plaza de toros que suponga un gasto continuado, y probablemente poco útil a nuestra ciudad, que el alejamiento supone recomenzar un proceso que acaba de dar sus primeros pasos, que nadie necesita aparcamiento en el barrio de la Constancia pero sí en la zona de los Salesianos? Lo diré, aunque ahora hable de ideas irrealizables.

Pero volvamos al análisis, que es lo que toca. Para ello tendré que nombrar, cómo no, a los tres partidos que han quedado fuera de la Casa Grande. Al señor García Agredas, al que le deseo lo mejor en el futuro, pese a alegrarme de su salida del consistorio –la labor de la bisagra nunca he terminado de entenderla más que con beneficios para quien la ejerce–. A Izquierda Unida, partido que pese a las grandes aportaciones realizadas en otras ciudades, en la nuestra no ha conseguido mostrarlas. A la Gente de Villena, quienes nunca me han mostrado más afán que el de encontrarse en el gobierno, quienes sin llegar al ridículo del PSD (del que me abstengo de comentar lo más mínimo por su inconsistencia demostrada) no han podido más que con los platos que tenían sobre la mesa durante la campaña.

Y sólo se puede finalizar felicitando a Los Verdes de Europa, fieles a sus ideas e incombustibles, capaces de alimentar día a día a sus incondicionales. Y cómo no, al Partido Popular, que con una lista más limpia y renovada de lo que cualquiera podría haber supuesto, ha conseguido el apoyo de nuestra Villena.

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