Vida de perros

Villena, una ciudad con pocas tragaderas

No diré: “ya se lo advertí”. Ni: “ya lo sabía”. No lo diré, porque sabrán que tales frases no son necesarias. Ni para quien las dice ni para quien las recibe. Pese a ello en muchas ocasiones somos incapaces de dejarlas a un lado. No creo que yo sea la persona más indicada para hablar del asunto pluvial, ni sobre ramblas, conductos, desagües y cañerías.
Pero sin poder evitarlo tendré que decir: me lo temía. Temía la llegada de no sé qué situación en la que nuestro alcantarillado acabaría dándonos problemas. No porque tenga conocimientos para ello sino por los inspirados comentarios escuchados referidos al asunto, por los cálculos fáciles, porque la racionalización del aprendiz de buen cubero me llevaban a intuir que algún día tendríamos problemas con aquello que no se ve, aquello que no da votos, aquello que supone un grueso coste, muchas incomodidades y poca renta electoral. Pese a su importancia. Pese a su necesidad.

La señora Lledó nos dice que va a trabajar para solventar los daños de la inesperada lluvia y para que no vuelva a suceder. Nos dice que no importa si el problema estaba sin resolver 10, 15 ó 20 años. Nos dice que pide la colaboración al resto de ediles de la Corporación Municipal (que no le hacen falta pero que al nombrarlos los hace existir, valor que cada cual interpretará como guste) para tomar medidas. La señora Lledó nos dice. Y si le decimos a la señora Lledó que queremos que se trabaje en la actualización de nuestro alcantarillado, que queremos que se estudie una posible ampliación o mejora de los colectores, que deseamos de paso que se tomen y fomenten las actuaciones necesarias para que el agua de lluvia se aproveche en lugar de dejarla perder, qué dirá quien sea responsable y representante de nuestra ciudad. Hoy es ella a quien le toca tomar medidas, decidir, planificar de cara al futuro, antes fueron otras y otros, mañana no alcanzamos a saber quién será, pero alguien tendrá que empezar el trabajo. Alguien tendrá que empezar a estudiar el cómo, cuándo y dónde. Porque son vox populi los problemas que acarrea la lluvia en nuestra ciudad, no sólo los derivados por esta última intentona de “Diluvio local”, sino los acontecidos en cada una de las tormentas registradas en nuestra localización. Locales, casas y cocheras inundadas, cruces de calles totalmente anegados sin posibilidad de movilidad para los viandantes, pasos de peatones resbaladizos pese a que su elevación supone un espacio de tránsito y zonas de catástrofe total tras apenas unos minutos de lluvia (léase por ejemplo la zona donde el muro contiene el agua en la Calle Gil Osorio).

Mis reflexiones no me llevan a inclinarme hacia ninguna postura que no acepte cada uno de los problemas generados por tales inclemencias desde una postura global, sin improntas en los hechos más deslumbrantes y fatídicos, sino con una mirada puesta en el futuro, ya que así no permitirá que el excesivo trabajo nos fatigue y someta, una mirada que sea capaz de crear un proyecto digno de continuación. Porque quizás la hazaña necesite de un largo proceso que no interrumpa ni sea una carga para la vida diaria de la ciudad. Pero si hemos soportado con paciencia, en ocasiones al límite, las interrupciones a las que nos sometieron las instalaciones del gas o la televisión, no veo por qué no seremos capaces de aguantar un poco más la carga que supone un trabajo que realmente hará crecer nuestra Villena hacia el futuro. Ahora sí es el momento de estudiar, por ejemplo, si la interrupción del transito en algunas de nuestras calles principales se puede soportar.

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