Uno de los mejores libros sobre cine aparecidos durante los últimos doce meses es, sin lugar a dudas, Una vida de repuesto, dedicado por entero a la figura de José Luis Garci. Se trata de una obra publicada por Hatari! Books, el sello editorial que el propio realizador comparte con su colega Eduardo Torres-Dulce y con el autor del volumen, Andrés Moret Urdampilleta; es decir, que estamos ante una obra no autorizada, sino autorizadísima. Es de justicia señalar que lo que ofrece aquí este escritor bilbaíno apenas tiene parangón en nuestra producción bibliográfica sobre cine: porque, sí, es un repaso por su obra tal y como indica el subtítulo El cine de José Luis Garci; pero es que en el caso del director español, como le ocurriese también a otro ilustre cineasta cinéfilo como François Truffaut, separar cine y vida resulta casi imposible. Por tanto, y para entendernos, es importante destacar que el presente volumen se acerca a las novecientas páginas, lo que permite dedicar un buen centenar de ellas a introducir la propuesta dando buena cuenta de la experiencia vital y de todo aquello que su protagonista ha leído y ha visto y por lo que se ha interesado a lo largo de su vida (y aquellos que conozcan un poco al responsable de Historia de un beso sabrán que esto es decir mucho); así como otras cien páginas más de “crónica sentimental” a modo de epílogo, con agradecimientos, cartelería, bibliografía, etcétera.
Entre el principio y el final, el autor desgrana toda la filmografía del cineasta analizado, dividida por etapas: los comienzos profesionales tras la cámara con esa suerte de trilogía no oficial compuesta por Asignatura pendiente, Solos en la madrugada y Las verdes praderas; el cine negro patrio de El crack y su secuela (la postrera y espléndida precuela la analizará después); la muy cinéfila Sesión continua y la radiófila (perdón por el neologismo sacado de la manga) Solos en la madrugada; o su cine más reciente, que a partir de mediados de los años noventa echa la vista atrás a la literatura y el cine de antaño con resultados tan celebrados como los de Canción de cuna, La herida luminosa, la galdosiana (y maravillosa) El abuelo, You’re the one o su controvertida aproximación castiza al detective más famoso de todos los tiempos con Holmes & Watson. Madrid Days. Pero, y es de agradecer, no deja de lado su producción audiovisual para la pequeña pantalla, ya sea como guionista o como realizador: sus tempranas colaboraciones con el añorado Antonio Mercero -con el mítico e inolvidable mediometraje La cabina como punto álgido-, así como la reivindicable miniserie de relatos fantásticos y de terror Historias del otro lado. Tampoco se olvida el responsable del libro de glosar los proyectos frustrados y jamás realizados; conformando así una obra crítica que, si Garci no volviese a dirigir, sin duda podría considerarse como definitiva. No obstante, esperemos que no sea así y llegue un momento en que necesitemos de una edición actualizada que podría acabar rozando el millar de páginas.
Pero si son ustedes de los que prefieren leer algo de Garci y no sobre Garci, Telegramas cinéfilos es su libro: esta antología primorosamente editada (como es costumbre) por Reino de Cordelia recoge los textos publicados durante cincuenta semanas en el ABC Cultural y en los que el director de Asignatura pendiente evoca, con su personalísimo estilo, diversos aspectos del séptimo arte que forman parte intrínseca de su existencia. El recorrido empieza con Ordet de Dreyer (una de sus películas favoritas de toda la historia del cine), y continúa -por citar solo algunas de las calas del volumen- con las experiencias como realizadora de la escritora Marguerite Duras, la figura de Howard Hawks (uno de sus cineastas preferidos), la magistral Te querré siempre de Rossellini, los inolvidables créditos diseñados por Saul Bass, los martinis de Luis Buñuel, el cine de ciencia ficción, los artesanos de la serie B, el cine sobre cine o sobre boxeo, James Bond, las femmes fatales, Centauros del desierto de su admiradísimo John Ford, el gran Jean Renoir, la carrera interpretativa de Frank Sinatra... y hasta los libros sobre cine, una de sus grandes pasiones (y de las mías, como ya habrán notado), y una tradición de la que este volumen -como el resto de la producción literaria de su autor- pasa a formar parte con todos los honores.
Y si Garci siempre ha resultado ser una figura mediática gracias a su participación en la promoción de sus películas, su proyección internacional -sobre todo tras el Oscar por Volver a empezar-, su afán divulgativo y su carácter sociable, su cómplice Juan Cobos ha mantenido siempre un perfil mucho más discreto y se ha mantenido, por lo general, en segundo plano (y entre la figuración). Lógicamente, este modo de proceder se ha incrementado con el paso del tiempo: hoy en día, a sus noventa años, y según me contó su amigo el crítico Carlos Aguilar, este hombre de cine (en muchas de sus facetas) nacido en Madrid en 1933 vive apaciblemente retirado de la vida pública junto con su esposa en un pueblecito andaluz. Afortunadamente, al menos para quienes le recordamos como uno de los mejores contertulios de aquel mítico ¡Qué grande es el cine! de TVE y como director de la no menos añorada revista Nickel Odeon que editaba el propio director de El crack, su hijo David se ha embarcado en el proyecto de editar dos volúmenes que recojan una parte, ínfima en comparación con lo que debe ser la labor de toda una vida pero lo suficientemente representativa, del legado de su padre.
El primero de estos libros, y único disponible por el momento, es Los grandes maestros del cine: una antología de textos armados a partir de entrevistas con algunos de los más grandes cineastas de todos los tiempos, realizadas todas ellas por Juan Cobos en solitario o en compañía de otros colegas de profesión. El grueso de entrevistas con cineastas, realizadas en su momento y ahora ordenadas alfabéticamente, arranca y se cierra con nombres y apellidos italianos: para empezar, Michelangelo Antonioni afirma(ba) que su compatriota Cesare Zavattini cometió el error de no darse cuenta de que lo importante es la problemática del ciudadano entendido como ente individual y no de la relación de este con la sociedad; y para concluir, el mismo Zavattini reflexiona(ba) a propósito de la necesidad de que el neorrealismo se renovase para seguir siendo un movimiento y una estética vigentes. Por lo demás, y tratándose de Cobos, no podía faltar la presencia de Orson Welles, de quien aquel fue secretario, asesor, hombre de confianza en definitiva. La conversación con el realizador de Ciudadano Kane, en entrevista con el autor y Miguel Rubio, se centra especialmente en la shakespeariana Campanadas a medianoche, pero también se detiene en el complejo proyecto de adaptar el Quijote de Cervantes o en sus cuitas con la productora de El cuarto mandamiento. En cuanto al resto de convocados, en este libro también aparecen otros veinte grandes nombres del celuloide: por mencionar tan solo algunos, señalaremos que no faltan reflexiones a propósito del cine silente gracias a la presencia del inimitable Buster Keaton y los primeros recuerdos profesionales de George Cukor, mientras que Alfred Hitchcock, Arthur Penn o Fred Zinnemann desvelan algunos de los secretos de su arte y comparten valiosas reflexiones sobre su oficio y el de sus compañeros. No faltan tampoco a su cita algunos cineastas autóctonos, la gran mayoría ya fallecidos: desde los inevitables Bardem, Berlanga y Buñuel (ya saben, las tres B del cine español) a los recientemente desaparecidos Mario Camus y Carlos Saura, pasando por el guionista más importante de nuestro cine (Rafael Azcona, por supuesto) y un director italiano de nacimiento pero español de adopción como Marco Ferreri. De los nombres nacionales presentes en el volumen, solo Víctor Erice sigue entre nosotros, y además felizmente en activo.
Completan el libro una serie de textos breves no de Juan Cobos, sino sobre Juan Cobos: una antología de semblanzas y homenajes redactados por una nómina de amigos, compañeros y colaboradores de los que -colocados también en estricto orden alfabético- el mentado Aguilar es el primero; y donde, además del mismo Garci, aparecen también el actor Keith Baxter, los citados Erice y García Berlanga, o Beatrice Welles, hija del mítico cineasta. En resumidas cuentas: este Los grandes maestros del cine es un libro imprescindible en la biblioteca de cualquier aficionado para el que, como le ocurre a José Luis Garci y a Juan Cobos, ver una película no es solamente un pasatiempo inane sino algo mucho más íntimo, emocionante y hasta conmovedor.
Una vida de repuesto. El cine de José Luis Garci, Telegramas cinéfilos y Los grandes maestros del cine están editados por Hatari! Books, Reino de Cordelia y Berenice respectivamente.