Las vacaciones de este verano que está a punto de extinguirse no solo fueron días de leer esos libros voluminosos de los que prometí hablarles en breve y esos cómics de los que la semana pasada les recomendé tres escogidos con todo el cariño del mundo. También fue una época propicia para ver mucho cine en casa: cayeron bastantes películas ya vistas, tanto clásicos del séptimo arte como Satanás de Ulmer, Ladrón de bicicletas de De Sica o El ángel exterminador de Buñuel; como títulos más contemporáneos como El corazón del ángel de Parker, Reservoir Dogs de Tarantino, Seven de Fincher, Casino de Scorsese, Heat de Mann o la trilogía Batman de Nolan. Pero también aproveché para saldar deudas pendientes como las de ver por fin La carta de Wyler, Mouchette de Bresson o La vergüenza de Bergman; por no hablar de títulos más recientes que se me escaparon en el momento de su estreno, y de los que me permitiré destacar An Elephant Sitting Still, Holy Spider, Vidas pasadas, Anatomía de una caída, Los que se quedan, Kinds of Kindness o la española La estrella azul. Pero es que, además, leí cuatro libros que tratan precisamente de eso: de películas. Libros todos ellos de carácter eminentemente divulgativo y que tienen en común la voluntad inicial de acercarse a un cine distinto al que protagoniza las historias del cine más convencionales y que quizá les sirvan para descubrir títulos que no habían visto todavía o para redescubrir otros que podrían volver a ver con otros ojos.
Ahora mismo, y gracias sobre todo a su participación en los podcasts Todopoderosos y Aquí hay dragones, uno de los divulgadores culturales más populares de nuestro país es sin duda Arturo González-Campos. Quien debutase en el mercado editorial con Marvel, qué hermosa eres y después nos regalase el decididamente autobiográfico y más multidisciplinar Enhorabuena por tu fracaso se descuelga ahora con Cine con cosas: un volumen en el que se propone rebelarse contra el algoritmo de las plataformas, que siempre nos recomienda el contenido -horrible palabra para referirse a obras artísticas- más visto por los otros usuarios o el más parecido a lo que ya ha visto uno antes, recuperando (y recomendando) películas no precisamente actuales y no necesariamente aplaudidas o importantes pero que han resultado fundamentales en su formación cinéfila. Tanto es así que en sus primeras páginas confiesa que el proyecto de escribir este libro nace de Space Jam (sí, aquella con Michael Jordan y los dibujos animados de la Warner) para después pasar a comentar títulos como ¡Tres amigos!, 2010: Odisea dos (menudo papelón el de ser la secuela del film de Kubrick), Condorman (que no tiene nada de clásico ni de magistral; pero que si vieron de niños, como yo, no habrán olvidado jamás), Cara a cara (obviamente no la de Bergman, sino la de John Woo) o Joe contra el volcán (con un Tom Hanks previo a Spielberg, los dos Oscars y el prestigio). Ojo: también cita a grandes del cine como -por citar solo algunos- Lubitsch y La octava mujer de Barbazul, Curtiz y Ángeles con caras sucias, Donen y Charada, Lang y Furia o Ray (Nicholas) y En un lugar solitario. También se ocupa de algunos títulos de nuestro cine, como El camino (o Delibes según Ana Mariscal), Mi tío Jacinto o la más reciente Magical Girl (sin eludir la referencia al escabroso caso de abusos sexuales en los que su director Carlos Vermut se ha visto envuelto recientemente). El resultado es un libro marcadamente subjetivo (y ahí radica tanto su mayor atractivo como su peor debilidad) que no descubrirá grandes hallazgos a ningún cinéfilo, pero que podrá resultar provechoso al lector profano... además de tratarse de un libro muy ameno y que puede leerse de una sentada.
También resulta muy subjetivo e igualmente entretenido, además de estar enfocado a títulos no especialmente elogiados por la crítica, el volumen Peliculero; si bien este cuenta con una firma de alguien que se gana la vida hablando y escribiendo específicamente de cine y televisión. En su interior, y a partir de sus experiencias personales como espectador primero y profesional del medio después, el periodista y presentador Alberto Rey se centra en el cine más popular de ayer y de hoy con sus inevitables franquicias, de Star Wars a Harry Potter pasando por Indiana Jones, Parque Jurásico o Batman: arranca (curiosamente, igual que González-Campos) con animación, pues recuerda que la primera película que vio en un cine fue La dama y el vagabundo, para después detenerse en su obsesión por Alien (algo que, lo confieso, comparto al cien por cien), la pareja formada por Ethan Hawke y Julie Delpy en la trilogía Antes del... de Richard Linklater, la fulgurante carrera y posterior desaparición de Ally Sheedy y la española Silke o su relación con el cine de Pedro Almodóvar. Además, pone de manifiesto su particular querencia por las estrellas femeninas de los años ochenta y noventa como Meryl Streep, Sigourney Weaver, Julia Roberts, Sharon Stone o la mismísima Madonna; y en cuanto a la televisión, recoge la experiencia de seguir más o menos fielmente Perdidos, Juego de tronos o The Walking Dead y recuerda el prematuro fallecimiento de Matthew Perry, Chandler en Friends. El resultado es un libro estupendo y muy divertido de leer, y no especialmente por compartir las opiniones de su autor... sino en muchas ocasiones por todo lo contrario.
Bastante menos interesante, principalmente porque intuyo que estoy muy lejos de formar parte de su público objetivo, me parece 52 películas para amar el cine: en esta antología, Sergi Gascón Arce (alias Serchu en redes) recoge más de medio centenar de filmes que recomienda personalmente: empieza por la citada Vidas pasadas para terminar con La sociedad de la nieve, comentando entre medias títulos como Wonder, Prisioneros, The Whale, La llegada, Manchester frente al mar, Her, Babylon, Hereditary, Madre! o La habitación. El principal problema del libro radica en que para su autor no parece existir no ya el cine clásico (si entendemos este como el anterior a la irrupción de la modernidad en los años sesenta), sino ni siquiera todo el cine estrenado en el siglo pasado. De hecho, la película más antigua (fíjense en la cursiva) es Hijos de los hombres, estrenada en 2006 (sic); y nada menos que un tercio de las películas reseñadas son estrenos del último lustro. Es decir: que estamos ante un corpus que, en ningún caso, puede ser considerado como representativo de nada que no sea, precisamente, el cine más rabiosamente actual. Eso sí: también es cierto que por haberse acordado de La isla mínima (que quizá sea la mejor película española de este siglo) y muy especialmente de esa obra maestra infravalorada que es Animales nocturnos (que sería la mejor película estadounidense de este siglo de no ser por, claro, Mulholland Drive) se lo perdono todo. En resumidas cuentas: recomendable solamente para lectores muy jóvenes que quieren introducirse por vez primera en la lectura de libros sobre cine.
Termino mi cuarteto de recomendaciones con la más específica de todas ellas: y es que, como su título indica, Eso no estaba en mi libro de cine de terror es un volumen divulgativo dedicado por entero a la historia del género, si bien intenta (aunque no siempre cumple) ofrecer algo distinto a lo habitual. No obstante, cualquier fanático de eso que antes llamábamos películas de miedo disfrutará con este repaso más o menos cronológico que el profesor y crítico Antonio Míguez Santa Cruz decide arrancar en la época del cine mudo con títulos de Wiene, Leni o Murnau (que estarán en mente de todos los aficionados) para continuar con el cine de terror de la Universal, el ciclo Poe de Roger Corman, el technicolor de la Hammer, los zombis de Romero y Fulci, el folk horror tan reivindicado hoy, los primeros taquillazos del género en los años sesenta y setenta, Halloween y todos los slashers que vinieron después, el cine de terror nipón, el found footage o el terror elevado. Y pese a la supuesta novedad que debería presentar todo volumen de la colección Eso no estaba en mi libro de..., el autor dedica muchos párrafos a títulos tan incontestables y celebrados del género como La semilla del diablo, El exorcista, La profecía, Tiburón, Alien, El resplandor o El sexto sentido. Ahora bien, sí es cierto que se acuerda de transitar por territorios menos trillados al comentar títulos como El Viyi, Madre Juana de los Ángeles, La garra de Satán, Razorback, Xtro, la maravillosa La centinela y todas las imitaciones de Gremlins con pequeñas y malévolas criaturas de saldo que se les puedan ocurrir. En resumidas cuentas: una propuesta menos sorprendente de lo que promete, pero tan entretenida y fácil de leer como el resto de recomendaciones de hoy. Y ya saben: a leer los libros mencionados y a ver películas a diestro y siniestro, que de eso se trata.
Cine con cosas, Peliculero, 52 películas para amar el cine y Eso no estaba en mi libro de cine de terror están editados por Ediciones B, Península, Oberon y Almuzara respectivamente.