Al Reselico

Todas nuestras líneas están ocupadas. ¿En qué otra cosa podemos ayudarle?

Han conseguido que terminara mentando a todos sus muertos. Se me ha ido la pinza, lo reconozco

Esta mañana ha dejado de funcionarme Internet. Tenía que mandar unos correos urgentes por temas de trabajo y no había manera. Ni datos en el móvil, ni conexión en los ordenadores, nada de nada. Ni engancharme al wifi podía. La edad media en versión digital y yo como un panoli, sin saber qué hacer. He probado a enchufar y desenchufar, apagar y reiniciar… los trucos de art attack para ilusos analógicos, pero nada, imposible de todas formas. Y prometo por la Virgen de las Virtudes que he estado un buen rato al teléfono, intentando que me lo solucionaran.

Esta mañana ha dejado de funcionarme Internet

Mi madre, siempre tan sincera y positiva, dice que últimamente estoy demasiado pelota en mis artículos. Demasiado sensiblero y sentimental. Menos mal que no me ha visto hoy, porque echaba fuego por los ojos. Me he tirado más de una hora intentando que me arreglaran el entuerto, mientras me iban pasando de centralita a centralita, de voz enlatada a voz enlatada, en un aburrido y cargante diálogo para besugos, eterno y desagradable. Una cosa tan cansina que han conseguido que terminara mentando a todos sus muertos. Se me ha ido la pinza, lo reconozco. Pero a veces no viene mal un poco de olor a Napalm por la mañana.

Ring, ring. Contestador al canto. Voz de máquina femenina: «En este momento todas nuestras líneas están ocupadas, por favor, inténtelo de nuevo más tarde o espere». Vaya chufa ya de entrada, pienso. «Por motivos de seguridad y a efectos de la calidad del servicio, le comunicamos que esta llamada puede ser grabada». Después de un considerable tiempo de espera escuchando música infumable, alguien contesta. «Información al cliente, le atiende Briseida, ¿en qué podemos ayudarle?». Pues mire, buena mujer, le explico, resulta que no me va Internet y lo necesito para trabajar. «¿Me puede decir su número de teléfono si es tan amable, por favor?». Faltaría más, respondo cortés. «¿Es usted Javier Román, DNI tal, calle número tal de Villena, Alicante?». El mismo que viste y calza. Uy, pues me temo que su problema no se lo podemos solucionar aquí, me informa. Esto es el departamento comercial de atención al cliente, el funcionamiento del servicio no es asunto nuestro. Llame a este otro número que ahora le paso, es el de averías. «¿En qué otra cosa podemos ayudarle?».

Por motivos de seguridad y a efectos de la calidad del servicio, le comunicamos que esta llamada puede ser grabada

Ring, ring. Nuevo contestador a escena. Misma voz electrónica: «En este momento todas nuestras líneas están ocupadas, por favor, inténtelo de nuevo más tarde o espere». Ya empezamos otra vez. «Por motivos de seguridad y a efectos de la calidad del servicio, le comunicamos que esta llamada puede ser grabada». Que sí, pesaos, que ya lo sé. Tras diez minutos de melodías repulsivas por fin responden. «Atención de averías, le atiende Killian, ¿en qué podemos ayudarle?». Mire usted, querido amigo, es que no me va Internet y necesito urgen... «¿Me puede decir su número de teléfono si es tan amable?». Obviamente que sí, descuide. «¿Es usted Javier Román, DNI cual, calle pascual de Villena, Alicante?». Ese mismo, respondo, todo enterito de los pies a la cabeza. Pues sí que lo siento, me comunica. Esta es la sección de averías para usuarios de empresa, y veo que usted es autónomo. Llame al teléfono de atención técnica a particulares, que es quién se encarga de su problema. «¿En qué otra cosa podemos ayudarle?».

Información al cliente, asistencia técnica, atención de averías, buzón de sugerencias... podéis iros a freir espárragos

Cuatro putos ring, ring después, había oído otros cuatro asquerosos contestadores y cuatro veces más la misma voz enlatada. «En este momento todas nuestras líneas están ocupadas, por favor, inténtelo de nuevo más tarde o espere». Me cago en San Pito Pato. «Por motivos de seguridad y a efectos de la calidad del servicio, le comunicamos que esta llamada puede ser grabada». Vaya, ¿no me jodas?, que sorpresa. Más música vomitiva que ya hasta tarareo. Alguien se pone al aparato: «Asistencia técnica de averías y desperfectos para particulares autónomos de 30 años que residen concretamente en Villena City, le atiende Dulcinea, ¿en qué podemos ayudarle?». Cuento mi drama otra vez, molesto y furioso, me pide el teléfono, comprueba mis datos y, tras unos momentos de angustiosa pausa, me suelta: «Lamento comunicarle que se ha caído el sistema». Así tal cual. Con un par. ¿Y cuándo va a restaurarse?, pregunto desesperado. ¿En un rato? ¿Esta misma tarde? ¿El día del Juicio final? No sé decirle, no tengo más información, es su respuesta. Ahora sí que me cabreo en serio. Empiezo a soltar mi ira y a desahogarme con la pobre Dulcinea, que ya ves tú que culpa tendría ella. Tome nota, le digo: Podéis iros a freír espárragos a Yecla.

Cuelgo, respiro y decido dejarlo estar. He perdido una hora de mi vida, sí, pero no tiene la menor importancia que no me vaya Internet. Voy en persona al Juzgado a llevar los papeles, le acerco a Carlos este artículo en un pen drive y ya está. Hoy paso de correos electrónicos, Lexnet y leches en vinagre. Ojalá tuviera en El Reselico palomas mensajeras. Estoy cerrando la puerta cuando suena el teléfono. Ahora a ver qué mierdas pasa, pienso. Descuelgo. «Buenos días, a continuación vamos a pasarle una encuesta para que valore nuestro servicio de atención telefónica. ¿En qué otra cosa podemos ayudarle?».

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2 comentarios

  1. Todo eso me hizo decidirme por una compañía que tuviera oficinas y trabajadores en Villena. Desde entonces sin problemas. Sin contestador es automáticos. Menudo descanso.

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