
Tal y como les prometí la semana pasada, vuelvo con la última tanda de recomendaciones para el Salón del Cómic de Valencia que arranca precisamente hoy en el recinto de Feria Valencia, y que concluirá pasado mañana domingo. Tres jornadas por las que, como ya señalamos entonces, se pasarán por la capital de nuestra comunidad autónoma lo mejor del cómic nacional e internacional; las líneas que siguen son una muestra palpable de ello.
Qué duda cabe de que, por aquello de que suelen realizar dibujos al respetable en las guardas o las primeras páginas de sus álbumes, los dibujantes se llevan la mayor parte de la atención y provocan las mayores colas de aficionados en esta clase de eventos. Pero no por ello hay que desdeñar a los guionistas, y menos aún si son figuras de tanto alcance como Vincent Lemire y sus obras despiertan tanto interés como Historia de Jerusalén. En este cómic, cuyo apartado gráfico corre a cargo del también francés Christophe Gaultier, sus autores realizan un recorrido de lo más didáctico por los cuatro mil años de historia de la que está considerada como capital espiritual por más de la mitad de la población mundial al tratarse de la cuna del judaísmo, el cristianismo y el islam. A lo largo de esos cuatro milenios, Jerusalén pasó de ser una pequeña amalgama de viviendas primitivas encaramada en una cresta entre el mar Mediterráneo y el desierto a una gran urbe de casi un millón de habitantes que hoy atrae a visitantes de todo el mundo; una ciudad que en el devenir de la historia ha sido de forma sucesiva egipcia, persa, judía, griega, romana, bizantina, árabe, cruzada, mameluca, otomana, inglesa, jordana, israelí y palestina. Llegado este punto, merece destacarse que nada de lo que cuentan Lemire y Gaultier en las páginas de la obra es fruto de su imaginación: las distintas escenas del relato y los diálogos que en ellas acontecen proceden de más de doscientas fuentes publicadas y archivos inéditos que les han servido para dar forma a una excepcional narración colectiva. En resumidas cuentas: muy pocas veces como en esta Historia de Jerusalén el medio que nos ocupa resultó tan útil y esclarecedor.
Otro de los autores internacionales más relevantes de este Salón del Cómic de Valencia, también procedente de la vecina Francia, es Neyef. Si no les suena ni lo más mínimo, déjenme decirles que mucho me temo se les haya escapado el que fue uno de los mejores cómics publicados por estos lares a lo largo del 2024, y que de forma merecida apareció en un gran número de listados con lo más destacado del año pasado: Hoka Hey! es un wéstern con todas las de la ley, y que viene a demostrar que al igual que sucede en la gran pantalla donde el género no acaba de desaparecer gracias a la obstinación y el talento de cineastas como Clint Eastwood o Kevin Costner, en el noveno arte tampoco se quedó estancando en las viñetas de títulos ya clásicos como Blueberry o Comanche. Estamos ante una historia protagonizada por tres fugitivos que recogen a un niño de origen indio pero criado por blancos y que huyen de la justicia al mismo tiempo que buscan venganza por sucesos dramáticos ocurridos en el pasado. La dosificación de la información por parte del autor a la hora de construir el relato es perfecta, y su talento artístico para captar la luz en las escenas diurnas y las tinieblas en las nocturnas es digna de admiración; produciéndose un inusual contraste entre la crudeza de los hechos que se narran (y que Neyef nunca elude aunque pueda apostar en ocasiones por un elegante fuera de campo) y la gran belleza del dibujo, donde el color es casi un personaje más. Lo dicho: estamos ante uno de los mejores cómics de los últimos meses, y editado además en un formato de gran tamaño que permite disfrutar de su lectura como se merece.
Seguimos en el país vecino con un autor galo de nacimiento pero de familia española, David Sala, que se acaba de descolgar con un título llamado a ser uno de los más destacados del año en curso y que quizá les pueda recordar a elementos que vimos en las recomendaciones de la semana pasada: en El peso de los héroes, como en El día más largo, el autor se retrata como protagonista en sus años de infancia y juventud y se centra en sus propias vivencias y en los recuerdos vinculados a su relación con su abuelo fallecido; y como en La última victoria y el cómic biográfico de Jorge Semprún, el nazismo y los campos de concentración tienen una importancia vital en el desarrollo de la historia. Pero ahí acaban las concomitancias, pues la de Sala es una novela gráfica con entidad propia, construida con suma delicadeza y donde su responsable apuesta por una ilustración pictórica que hace de cada plancha una pieza digna de figurar en un museo... pero sin que la narración resulte confusa ni adolezca en ningún momento del siempre temible estatismo. Todo ello, para relatar un caso de emociones y (re)sentimientos heredados de generación en generación y plasmado con una sensibilidad extrema. Estamos pues ante una auténtica pieza de arte, editada además como Hoka Hey! al considerable tamaño que su calidad demandaba.
Volvemos por fin a territorio nacional con uno de mis autores patrios favoritos: el guipuzcoano Luis Durán. Aunque en los últimos años le había perdido un tanto la pista -principalmente por no haber podido leer aún su pentalogía Orlando y el juego-, obras suyas como Nuestro verdadero nombre, Caballero de espadas, El viaje de Gasparetto, Volátil o Una colmena en construcción lo convierten a mi parecer en uno de los fabuladores más destacados del cómic español actual. Un estatus este que revalida ahora con Los pájaros que al surcar el alba, novela gráfica con su característico y muy reconocible trazo en blanco y negro y que está ambientada en la España de comienzos de los sesenta: la de Tómbola, canción y película de la niña prodigio Marisol; y la de una profesión, la de sereno, a punto de extinguirse amenazada por la llegada desde Estados Unidos de un nuevo invento llamado intercomunicador. En sus primeros compases, la obra puede recordar en exceso al planteamiento inicial de la novela Los renglones torcidos de Dios; pero muy pronto adquiere personalidad propia a partir de la relación entre diversos personajes, todos ellos tan secundarios como protagonistas por tratarse de un relato coral. Me guardaré mucho de desvelar aquí los entresijos de su absorbente trama, y me limitaré a señalar que una vez más Durán toma de la mano al lector y lo conduce desde las primeras páginas de la obra hasta su conclusión, como suele decirse, sin prisa pero sin pausa. El resultado es, como era de esperar al menos para quien firma estas líneas, una de las lecturas más gratificantes de este arranque de año.
Otro placentero reencuentro, esta vez más bien con unos personajes que con su autora -que no ha dejado de publicar y triunfar con títulos como Just Friends o el premiado Planeta-, es el que supone el reciente Croqueta y Empanadilla en Japón o, lo que es lo mismo, el regreso de Ana Oncina a sus creaciones más emblemáticas: esas dos criaturas con apariencia de tapa frita que no son sino trasunto de la propia autora y su pareja, aquí embarcados en un ansiado viaje al País del Sol Naciente en cuanto este abrió sus fronteras tras la pandemia y el confinamiento. En las páginas de esta obra que, como las anteriores entregas, se lee con una sempiterna sonrisa esbozada en la boca, la guionista y dibujante eldense vuelve a capturar con verosimilitud y arrobas de contagiosa simpatía los pequeños detalles de las relaciones de pareja; todo ello, en un relato que esta vez funciona también como literatura (gráfica) de viajes al rememorar las vivencias de sus protagonistas en Japón y el choque cultural experimentado ante una sociedad tan radicalmente distinta a la occidental (un poco a la manera de Una laowai en Shanghái de Elisa Riera, por ejemplo). Un título muy recomendable, vaya, sobre todo si se disfrutó de las aventuras anteriores de estos personajes... aunque puede disfrutarse de forma independiente y como puerta de entrada al peculiar universo de su autora.
Terminamos con esta relación de recomendaciones atropellada y de última hora para el Salón de Valencia con Black Metal, que no es sino la nueva obra de Magius: el murciano, responsable de El método Gémini y Primavera para Madrid (esta última, flamante Premio Nacional), vuelve a acercarse a unos hechos verídicos que ya trató de forma más somera en sus primeros fanzines homónimos con otra novela gráfica de nueva creación, esta mucho más ambiciosa y de resultados verdaderamente excepcionales: en este Black Metal el lector viajará a un escenario tan particular como la Noruega de los años noventa, cuna del estilo musical que da título a la obra; y donde el autor retrata con un estilo de corte infantil (muchos personajes parecen inspirados en los populares muñecos Clicks de Playmobil) una serie de acontecimientos protagonizados por bandas de rock oscuro formadas por niños (sic) y cuya música está dirigida a sus semejantes. Así, los protagonistas de la obra no se rigen por los códigos éticos propios de los adultos, y su inocencia más que su maldad innata les lleva a actuar de forma tan egoísta como cruel y a acabar siendo partícipes de diversos actos -de promover el suicidio al asesinato, pasando por la quema de iglesias y la profanación de cementerios- que se mueven entre lo absurdo y lo truculento pese a estar basados, insisto, en unos hechos reales que rozan lo increíble. Y todo ello, sin dejar de hablar como ciudadanos de la Vega Baja por muy noruegos que sean. En definitiva: una lectura tan divertidísima como brillante.
Al margen de las recomendaciones de esta semana y de la pasada, quiero destacar que también estarán presentes otros muchos autores de otras tantas obras ya comentadas en esta misma columna, la sección “Recomendamos” o mi blog personal: es el caso de las estrellas internacionales Emil Ferris (Lo que más me gusta son los monstruos), Jim Bishop (Mi amigo Pierrot) y Claudio Stassi (Nada); así como de los autores nacionales Mayte Alvarado (Gabriele Münter), Pablo Auladell (Lubianka), Luis Bustos (Zorgo), Sergio Dávila (Legenderry), Javi de Castro (Cosmo en el espacio), Jorge Fornés (Calle Peligro), Albert Monteys (Matadero cinco), Javier Olivares (El enigma Pertierra), Álvaro Ortiz (La pequeña genia), Gema Over (Mi vida con Titi), Laura Pérez (Nocturnos), Víctor L. Pinel (Piezas), Ernesto Priego (Jorge Semprún. El hombre que arriesgó), Marina Sáez (Aguagim), David Sancho (Barbecho), Rafa Sandoval (Catwoman), Carlos Spottorno (No vuelvas a Roma), Núria Tamarit (Loba boreal), Enrique Vegas (Cabezones del Caribe) y El Torres (Galdós y la miseria); los veteranos Ramón Boldú (Perdidos por el más allá), Nazario (Anarcoma), Miguelanxo Prado (Presas fáciles), Daniel Torres (Burbujas) y Sento (Dr. Uriel); las parejas creativas formadas por Miguel A. Giner Bou & Cristina Durán (María la Jabalina), Fernando Larrauri & Juanfer Briones (Carceller), Luis Ponce & Inma Almansa (100 pesetas) y Emilio Ruiz & Ana Miralles (Ava); o el propio Paco Roca (El abismo del olvido), autor del cartel del evento. Tampoco faltarán a la cita dos autores y amigos como Adrián Bago (Sicofante) o el alicantino Carles Esquembre (Las tres heridas de Miguel Hernández), pero como en breve ambos serán dos de los flamantes invitados del inminente Unicómic, el comentario de sus recientes Ateo de uno mismo y Maquis en el caso del primero y Los hermanos Machado y Rock: La era dorada respecto del segundo me lo reservo para dentro de un par de semanas. En fin, que nos vemos en Valencia, en Alicante... o en los dos sitios, a poder ser.
El Salón del Cómic de Valencia se celebra del 28 de febrero al 2 de marzo de 2025 en Feria Valencia; Historia de Jerusalén, Hoka Hey!, El peso de los héroes, Los pájaros que al surcar el alba, Croqueta y Empanadilla en Japón y Black Metal están editados por Garbuix Books, Nuevo Nueve, Astiberri, Dolmen, Planeta Cómic y Autsaider respectivamente.